Pensando el comunismo: "Militante", Antonio Negri.

Militante

Antonio Negri
(Fragmento del libro “Imperio”)
Enla era posmoderna, a medida que la figura del pueblo se disuelve, es elmilitante quien mejor expresa la vida de la multitud: el agente de laproducción biopolítica y la resistencia contra el Imperio. Cuando hablamos delmilitante, no pensamos en algo parecido al triste, ascético agente de laTercera Internacional cuya alma estaba profundamente permeada por la razón deEstado soviética, de igual modo que la voluntad del Papa estaba embebida en loscorazones de los caballeros de la Sociedad de Jesús. No estamos pensando ennada como eso ni en nadie que actúe sobre la base del deber y la disciplina,que pretenda que sus acciones se deduzcan de un plan ideal.

Porel contrario, nos referimos a alguien más parecido a los combatientescomunistas y libertadores de las revoluciones del siglo veinte, losintelectuales que fueron perseguidos y exiliados en el transcurso de las luchasantifascistas, los republicanos de la Guerra Civil española y los movimientosde resistencia europeos, y los guerreros de la libertad de todas las guerrasanticoloniales y anti-imperialistas. Un ejemplo prototípico de esta figurarevolucionaria es el agitador militante de los Trabajadores Industriales delMundo. El Wobbly construyó asociaciones entre la gente trabajadora de abajo,mediante continua agitación, y al organizarlos posibilitó el desarrollo delpensamiento utópico y el conocimiento revolucionario.

Elmilitante fue el actor fundamental de la «larga marcha» de laemancipación del trabajo desde el siglo diecinueve hasta el veinte, lasingularidad creativa de aquel movimiento colectivo gigantesco que fue la luchade la clase trabajadora.

Entodo este largo período, la actividad del militante consistió, primero, enprácticas de resistencia en la fábrica y la sociedad contra la explotacióncapitalista. Consistió también, mediante y más allá de la resistencia, en laconstrucción colectiva y el ejercicio de un contrapoder capaz de destruir elpoder del capitalismo, y oponerse a él con un programa alternativo de gobierno.En oposición al cinismo de la burguesía, a la alienación monetaria, a laexpropiación de la vida, a la explotación del trabajo, a la colonización de losafectos, el militante organizó la lucha. La insurrección fue el orgullosoemblema del militante. Este militante fue repetidamente martirizado en la trágicahistoria de las luchas comunistas. A veces, aunque no a menudo, la estructura normaldel Estado de derecho fue suficiente para las tareas represivas requeridas paradestruir al contrapoder. Sin embargo, cuando no fueron suficientes, se invitó alos fascistas y los guardianes blancos del terror de Estado, o a las mafiasnegras al servicio de los capitalismos «democráticos», a prestar suayuda para reforzar las estructuras represivas legales.

Hoy,tras tantas victorias capitalistas, luego que las esperanzas socialistas se hanmarchitado en la desilusión, y luego de que la violencia capitalista contra eltrabajo se ha solidificado bajo el nombre del ultraliberalismo, ¿porqué aúnemergen instancias de militancia, porqué se han profundizado las resistencias yporqué reemerge continuamente la lucha, con nuevo vigor? Debemos decir que estanueva militancia no repite, simplemente, las fórmulas organizativas de laantigua clase trabajadora revolucionaria. Hoy el militante no puede ni siquierapretender ser un representante, ni aún de las necesidades humanas fundamentalesde los explotados. El militante político revolucionario actual, por elcontrario, debe redescubrir la que ha sido siempre su propia forma: no laactividad representativa sino la constituyente. Hoy la militancia es unaactividad innovadora, constructiva y positiva. Esta es la forma en la quenosotros y todos aquellos que se rebelan contra el mando del capital hoy nos reconocemoscomo militantes. Los militantes resisten el comando imperial de un modo creativo.En otras palabras, la resistencia está unida inmediatamente con una inversiónconstitutiva en la esfera biopolítica y con la formación de aparatos cooperativosde producción y comunidad. Aquí está la fuerte novedad de la militancia actual:repite las virtudes de la acción insurreccional de doscientos años de experienciasubversiva, pero al mismo tiempo está unido a un nuevo mundo, un mundo que notiene exterior. Sólo conoce un interior, una participación vital e ineludibleen el conjunto de estructuras sociales, sin posibilidad de trascenderlas. Este interiores la cooperación productiva de la intelectualidad de masas y las redes afectivas,la productividad de la biopolítica posmoderna. Esta militancia transforma la resistenciaen contrapoder y cambia la rebelión en un proyecto de amor.

Hayuna antigua leyenda que puede servir para ilustrar la vida futura de lamilitancia comunista: la de San Francisco de Asís. Consideremos su obra. Paradenunciar la pobreza de la multitud, adoptó esa condición común y descubrióallí el poder ontológico de una nueva sociedad. El militante comunista hace lomismo, identificando en la condición común de la multitud su enorme riqueza.Francisco, oponiéndose al naciente capitalismo, rechazó toda disciplinainstrumental, y en oposición a la mortificación de la carne (en la pobreza y elorden constituido) sostuvo una vida gozosa, incluyendo a todos los seres y a lanaturaleza, los animales, la hermana luna, el hermano sol, las aves del campo,los pobres y explotados humanos, juntos contra la voluntad del poder y lacorrupción. Una vez más, en la posmodernidad nos hallamos en la situación deFrancisco, levantando contra la miseria del poder la alegría de ser. Esta esuna revolución que ningún poder logrará controlar porque biopoder y comunismo,cooperación y revolución, permanecen juntos, en amor, simplicidad, y tambiéninocencia. Esta es la irreprimible alegría y gozo de ser comunistas.


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